martes, 28 de abril de 2009

Desarrollo de las Microfinanzas en Países Desarrollados. Una Nueva Visión de Negocio


El desarrollo global de la microfinanzas requiere un cambio de mentalidad, no solo en los proveedores de servicios microfinancieros sino en la población atendida por éstos.

El pasado domingo el diario El País de España publicó un artículo denominado "Europa se resiste a acudir a los Microcréditos". En el se presentan los obstáculos que enfrenta el sector de las microfinanzas en Europa, especialmente dentro del marco de la crisis financiera actual.

Son tres los puntos que resalta el artículo: la burocracia reinante en los países europeos, la mentalidad propia de los ciudadanos y la escasez de recursos dada la crisis financiera. Frente a este último punto mucho es lo que se ha dicho en este blog sobre el particular. El hecho de que las donaciones como fuente de fondeo de actividades microfinancieras se haya reducido, más que un obstáculo es una oportunidad de salir al mercado a conseguir recursos de inversionistas que busquen el doble propósito de cumplir un objetivo social, al tiempo que encuentran una inversión segura en términos de riesgo-recompensa.

En lo que se refiere a la burocracia europea, El País argumenta que la regulación se encuentra algo cerrada de suerte que la posibilidad de extender créditos por entidades distintas a los Bancos es bastante limitada. Sin duda, este es uno de los puntos que reviste mayor importancia para permitir la extensión de las microfinanzas en cualquier lugar del mundo. Si no existe un ambiente regulatorio adecuado para permitir a Instituciones Microfinancieras desarrollar su objeto de manera pública, adecuada y legal, es prácticamente imposible atender las necesidades de la población que tradicionalmente ha sido ignorada por la banca tradicional.

Pero en lo que realmente quisiera ahondar hoy es la mentalidad de la población de países desarrollados frente a la teoría de los negocios que deben ser promovidos vía microcréditos. El artículo de El País textualmente dice: "... la propia mentalidad de sus ciudadanos frena el desarrollo de las pequeñas ayudas. 'No se dan cuenta lo agradable que es ser tu propio jefe. Prefieren barrer el hangar de Airbus a crear su propio negocio'." Considero que este problema está causado por dos situaciones: el costo medio de crear empresa en países desarrollados y la existencia de grandes empresas empleadoras en los mismos.

Mientras que el artículo resalta a una mujer que en República Dominicana pudo crear negocio con €630, manifiesta que para los europeos el costo medio de constituir una microempresa asciende a €11,000. Así las cosas, el riesgo asumido por un latinoamericano no es en absoluto comparable al riesgo de un europeo. Aún teniendo en cuenta que el costo de vida en Europa es superior, en términos puramente económicos resulta más económico hacer empresa en Latinoamérica. Lo anterior implica que iniciar un negocio es una opción que se muestra más concreta en Bolivia, Colombia, Ecuador u otro país Latino que en Europa.

De otra parte, Europa siempre ha contado con grandes empresas que han servido para dar un nivel alto de seguridad en términos de estabilidad laboral. Por lo tanto, la mayoría de los ciudadanos no se han visto obligados a buscar fuentes alternas de ingreso, como si han tenido que hacer muchos latinoamericanos a causa de la inestabilidad económica de las empresas locales.

La conclusión que queda de todo lo anterior puede resumirse en una palabra que en muchos artículos anteriores hemos resaltado: Confianza. De una parte debe promoverse la confianza de los inversionistas en el sector de las microfinanzas, pero más allá de eso hay que impulsar la confianza de los ciudadanos en ellos mismos para fomentar la creación de empresas pequeñas. Esto no solo beneficia a los nacientes empresarios, sino que los pequeños negocios tienen mucha mayor capacidad de ajustarse a nuevas condiciones económicas que pueden desatarse en situaciones de crisis financiera y así se ayuda a la economía general de los estados. Así pues, el cambio de mentalidad no solo debe venir de los inversionistas y de los organismos del Estado vía regulación y supervisión, sino que es imperativo que la sociedad misma promueva iniciativas independientes de negocio para llegar a consolidar a las microfinanzas como una herramienta de salida a la crisis mundial.

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