miércoles, 11 de febrero de 2009

Proyecto de Investigación. Segunda Entrega: El Problema de la Autosuficiencia de las IMF


La tensión entre expansión del servicio y viabilidad financiera representa el reto más importante para las nacientes Instituciones Microfinancieras (IMF)

No se requiere efectuar operaciones matemáticas complicadas para concluir que es mucho más económico hacer un préstamo de $10,000 a una sola persona que diez préstamos de $1,000. Evidentemente, los costos para el segundo de los casos se incrementan desde el proceso de originación del crédito. En vez de uno se necesitan diez análisis de riesgo correspondientes a cada uno de los potenciales deudores. Posteriormente los costos de seguimiento, monitoreo y cobranza de los créditos hacen que el margen de intermediación del prestamista sea mayor para que este pueda alcanzar su punto de equilibrio.

Si a lo anterior se le suman factores propios de la dificultad de llegar a áreas rurales para proveer servicios de crédito, lo cual aumenta los costos, y la falta de garantías, que expone al prestamista a un riesgo mayor que necesariamente debe ser recompensado, implica el establecimiento de una tasa de interés más alta que un crédito comercial. Como si fuera poco a esto se le debe sumar el hecho de que el interés es la única fuente de ingreso de las IMF y que ellas además deben propender por incrementar su capital de cara a expandir su alcance.

Todo lo dicho ha sido base de crítica para las microfinanzas, principalmente porque resulta paradójico que sean los más pobres quienes deban pagar el precio más alto por los productos financieros. De otra parte, se han expuesto argumentos para declarar la imposibilidad de que exista una IMF que no reciba donaciones y aún así sea sostenible.

No obstante todos los problemas expuestos, lo cierto es que las IMF tienen que buscar métodos de sostenibilidad a largo plazo para que esto les permita cumplir su doble propósito de proveer servicios financieros a la base de la pirámide y además ser económicamente viables. Resulta claro que la tarea puede ser más fácil para las IMF que están debidamente autorizadas para captar recursos, pero independientemente de su fuente de recursos la institución no puede operar a pérdida.

Se estima que únicamente el 4% del mercado microfinanciero compuesto por 300 billones de personas, está cubierto (Thomas Kostigen, Marketwatch). Ante estos números queda claro que lo que se necesita es financiación de bajo costo para las IMF con miras a que estas puedan ofrecer servicios financieros a más personas, más eficientemente. En tiempos de crisis el acceso a recursos se dificulta, pero esto no puede convertirse en una barrera para que el movimiento microfinanciero continúe su curso. Es momento de acudir a mercados que en muchos países, entre ellos Colombia, no han sido suficientemente explorados y crear instrumentos que atraigan la atención de nuevos inversionistas, no donantes!!!

En palabras del Nobel Yunus: "La filantropía tradicional generan trabajo social, pero sus programas no están diseñados como modelos de negocio autosostenibles. Un dólar de caridad puede ser usado sólo una vez. Un dólar invertido en un negocio social autosostenible es reciclado sin fin."

En la próxima entrega expondré algunas de las experiencias internacionales de organizaciones microfinancieras que han salido al mercado de valores en busca de nuevos recursos para financiar sus actividades.

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